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sábado, 5 de julio de 2008

Maletas de agua

Una de las salas del museo.
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Marqués de Comillas, Colombres, indianos, emigración, búsqueda de una vida mejor y abandono de la tierra de uno… En torno a estas palabras giran muchas historias que nacieron o, en algún caso todavía permanecen ancladas , en la zona que he vuelto a visitar en estos últimos días.
Es ciertísimo que la vida por sí sola supera los estupendos guiones que nos ofrece la ficción. Y es que ésta última la crean personas al fin y al cabo, siempre con una visión necesariamente parcial , aunque pueda llegar a ser caleidoscópica en el caso de grandes autores, o grandes obras de la literatura. Incluso los historiadores, en su afán de no olvidar datos y cronologías, parecen llegar a olvidar la esencia afectiva de lo que sucedió, aunque sea fundamental para todos su trabajo y su aportación. Pero yo creo que la “memoria” afectiva tiene mucho más poder que la puramente intelectual ; parece escondida, pero renace al reclamo de un olor, una música, unas palabras, o simplemente, una imagen. Y uno comprende de repente. Y reconoce.
Algo parecido sentí en Colombres.
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En un día lluvioso, dulce, gris, y lo más importante, fuera de temporada turística, visité la Quinta Guadalupe, sede actual del Archivo de Indianos en Colombres, Asturias. Desde mi punto de vista, el museo ofrece algo más que una magnífica oportunidad a los historiadores - o interesados- para poder investigar aspectos relacionados con el tema. Creo que ayuda al visitante como yo - sin antecedentes familiares realcionados- a sentir de alguna manera, aunque sea lejana en el tiempo y en los lugares, el impacto que puede suponer el abandono de la propia tierra, la fuerza para reconstruir y comenzar una nueva vida, las heridas de los desarraigos y la lejanía en la que realmente quedaba abandonada la raíz del emigrante español a Cuba, México o Argentina.
Pero en este museo también se puede sentir la importancia de la solidaridad y la ayuda de los países que nos acogieron, la capacidad para buscar unión y ayuda mutua, siempre, entre los que partían con una sencilla maleta , “maleta de agua”, como me comentó Covadonga, una señora oriunda de Colombres, pero emigrante en México donde aún vive, con la que charlé un rato y que se me presentó educadamente y tratándome de usted. Yo sólo le había hecho una pequeña pregunta, pero inmediatamente me dijo su nombre y apellidos, e insistió en no entender por qué en España se tuteaba a cualquiera ( yo no la había tuteado …).
Pues eso; maletas de agua, vacías, sin apenas pertenencias y llenas de interrogantes. Algunas volvieron llenas, como en el caso de algunos indianos, y no solamente construyeron casas en las que mostraban su nuevo status de adinerados”, sino que también ayudaron a los que quedaron “en tierra”, aportando dinero para mejorar las escasas infraestructuras de los pueblos como Colombres.
La historia se repite.
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Patio central de la Quinta , hoy Museo.
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Siglo XIX
De la Compañía del Marqués de Comillas, Antonio López y López
"El 1 de marzo de 1862 el Cantabria llegó a Tenerife en viaje inaugural desde Cádiz tras cuatro singladuras. Fue despachado para La Habana por la firma La Roche tras rellenar carboneras, hacer la aguada y embarcar víveres frescos. El día 5 el Cantabria con una vía de agua, se vió obligado a varar en San Sebastián de La Gomera y días más tarde se hundió y perdió totalmente". De : http://www.mgar.net/cte/cte_hist.htm
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Siglo XX.
Hotel de emigrantes. Dormitorios.
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Esperando el trámite de la aduana.
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Hotel de emigrantes. Almuerzo.
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El "Juan de Garay".
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Escena de la despedida. Foto de Manuel Ferrol. La Coruña, 1956.
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Escena de la despedida. Foto de Manuel Ferrol. La Coruña, 1956.

Un sala del museo.
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Otra señora del lugar, con la que estuve charlando un larguísimo rato, me contó la historia reciente de los últimos años : la de la venta de propiedades de los herederos, las nuevas construcciones y el abandono de alguna de las casas. Y me guió para conocer una casa particular ( de indiiano ) que también visité, en la que la dueña me enseñó su artesanal reconstrucción de su herencia, palmo a palmo. Por una de esas conexiones escondidas que tiene la vida, un retazo de la mía, reapareció por un momento al estar allí. Fue una manera especial de cerrar el paseo. Quedó registrada esa inesperada visita en mi cuaderno de bitácora, y aunque sólo sea de soslayo, la dejo también registrada aquí. Le agradecí mucho su amabilidad, y me despedí.
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PD: acabo de leer en el blog Generación Y, una entrada titulada "El turno de los terceros". Habla de los que pretyenden volver...
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9 comentarios:

JP dijo...

Poco a poco los nuevos tramos de autovía entre Cantabria y Asturias nos van alejando de estas joyas, de estas casas de indianos que se ven perfectamente desde la carretera general. Espero que no las olvidemos.

Saludos,

JP

Beatrice dijo...

La historia de la emigración me toca de cerca, soy hija de españoles por las dos partes y sé de que hablas. Desarraigo, tristeza, separación. Mi padre estuvo 31 años sin volver a ver a su madre en España, regresó, estuvo 2 meses y nunca más la volvió a ver.Ella no quizo dejar su terruño y venir a este otro fin del mundo. Como me gustaría haber estado allí donde estuviste. Magníficas fotografías.
Un abrazo

nomecentro dijo...

El viaje que tengo previsto a Colombres algo me lo impide siempre. Lo imagino un poco inclinado a favor del retornado, del que destacó y acabó triunfando. Lo menos raro sería trabajar mucho, lograr poco y no dejar rastro en museos, libros ni mausoleos.

Luis López dijo...

Saludos desde las profundidades azules del Mediterráneo. Didáctica entrada. Saludos y gracias por todo.

Fer dijo...

Todo un relato. Así apareció el Banco Hispanoamericano, fundado por ¿11? personas (una de ellas Noriega) con 100 millones de pesetas. Y comenzaron a gestionar los ahorros que también viajaban de continente a continente, dando ayuda a los que quedaron en "casa".

Raquel dijo...

Por diversas razones me llega mucho esta entrada y te agradezco infinito el tono respetuoso y de certeza que siento en tus palabras, la sensibilidad y justeza.
Un abrazo

Anónimo dijo...

JP,
tienes razón. Las autovías tienen ventajas, claro, pero a veces la prisa nos separa de poder ver estos lugares. A mí me gusta poder usar las nacionales, siempre que el tiempo me lo permite, es un lujazo, y sobre todo en tu tierra!

Un saludo



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Gracias Luisa, me alegra que te gusten.
Saludos para tí también desde el norte ;)

Un saludo




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Beatriz,
intuía por tu blog algo parecido a lo que me dices. Seguro que hubieras disfrutado aquí, sí, porque a pesar de la dureza del tema, el museo muestra también la parte solidaria que existía, por lo menos para algunos...
La vida está llena de recovecos, pero he intentado mostrar algo bonito, y es que para algunos no existe el olvido,
y el agradecimiento. No sé si lo he conseguido, espero que sea así.

Un fortísimo abrazo


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Nomecentro:

graciass por tu comentario, creo que es la primera vez que te leo.
No creas, lo que yo vi no inclinaba la balanza al lado que tú comentas. Precisamente eso es una d ela cosas que me gustó ; si no, no hubiera tenido sentido para mí.
Creo que con un poco de tiempo, pausa, y los ojos abiertos, se capta mucho más que la primera "capa superficial" del museo. Lo han trabajdo muy bien, la muestra está aquilibrada , y
creo que merece la pena la visita.
A ver si lo haces y luego me cuentas tu opinión, de acuerdo?

Un saludo


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Luis,
qué te puedo decir?
Sólo te envío un beso.


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Sallopilig,
es verdad, algo comentaste sobre eso.
No pretendo hacer un estudio sobre el tema, pero lo cierto es que hay muchas implicaciones, y una de ellas es la que comentas. A lo mejor amplío algo más en otra entrada, relacionanda con Comillas.
Ya veremos.

Un abrazo


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Raquel,
gracias por tu comentario. A veces dudo de lo que se pueda interpretar al leer, pero veo que si me mantengo en mi postura, la que yo soy, no hay problema.
El tema es larguísimo, y en mi opinión, duro, actual, tremendo...y un montón de cosas más.
Y para escribir algo así, no hay más que intentyar ponerse en el lugar del otro,
"calzar los zapatos de otro", como dicen los sajones,
o simplemente imaginar por un momento que esas vidas podrían haber sido las de uno mismo.
Nunca se sabe.

La vida es enorme, y esto sólo un pequeño blog.

Un fuerte abrazo, con mucho cariño

nomecentro dijo...

Mirar el pasado no afecta al presente de una forma neutral o equilibrada. Cualquier obra o tarea dedicada a lo que ya no está, despierta nostalgias de distinto sentido. No se puede repasar los momentos más duros sin levantar algo de polvo, cenizas y fantasmas. Buscar una vida nueva me parecería más esperanzador si no hubiese sido una necesidad forzosa. No me imagino cómo deja su testimonio quien se quedó por el camino.

Anónimo dijo...

Claro que afecta, nomecentro,
pero se aprende a que sea de forma "equilibrada" con coraje, o con narices, o como quieras llamarlo.

Hay muchos héroes anónimos caminando por ahí ; y se lo trabajan todos los días. Yo creo que hay que fijarse en ellos.

Un saludo

Gracias, Lourdes

Gracias, Lourdes
Un abril encantado

Gracias, Marino

Gracias, Marino
http://marinobaler.blogspot.com/

Gracias, Ulysses

Gracias, Ulysses
http://franciscomendez.blogspot.com/

Gracias, Luis

Gracias, Luis
http://asfoso.blogspot.com/

Gracias, Bombis y Borombis

Gracias,  Bombis y Borombis
http://bombisyborombis.blogspot.com/