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Hace unos días, muy pocos, pero ya lejanísimos a la vez, me acerqué al mar. Todo pasa demasiado rápido a veces, y si no fuera porque quiero contar algo de ello, o porque queda reflejado en imágenes, podría parecerme que no lo he vivido. Tal es la distancia entre mi realidad actual y mis deseos.
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Me acerqué a un par de lugares que no había vuelto a ver desde niña. El primero de ellos llenó completamente las preguntas que llevaba guardadas. Y en el segundo, que se abría magnífico a un horizonte infinito , lleno de luz y de calor, pude observar a varias personas que hacían exactamente lo mismo que yo : dejarse envolver por la presencia del mar. Cada uno en su atalaya particular : alguno sentado en las rocas, otros paseando, otros “buscando” las olas.
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Y ella leía. Me fijé en ella al llegar, y al marcharme. Seguía absolutamente concentrada y sin cambiar de postura. Yo hubiera sido incapaz en ese momento de dirigir mi atención a nada que no fuera el mar y lo que sucedía alrededor. Excepto… quizás, tal vez, a lo mejor, quién sabe, si hubiera tenido entre las manos algo como este extracto que dejo a continuación. No sé quién hubiera ganado la batalla, si el mar o Havel.
O a lo mejor hubiera sido la combinación perfecta : el mar y este fragmento en ese momento. No lo sé. Quizás ahora tengo a los dos : el recuerdo de aquel momento, y el fragmento. Aquí lo dejo para que cada cual pueda opinar, pero sobre todo, disfrutar.
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Vaclav Havel
Cartas a Olga ( fragmento)
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" El ser hechizado en mi interior y el que está presente en el mundo se pueden dar la mano en cualquier momento, en cualquier lugar, de cualquier manera: cuando contemplo la copa de un árbol o cuando miro los ojos de otra persona, cuando consigo escribir una carta bonita, cuando me emociona una canción o cuando el fragmento de una lectura pone mis pensamientos en efervescencia, cuando ayudo a alguien o alguien me ayuda a mí, cuando ocurre algo importante o cuando no ocurre nada especial. Esa necesidad nuestra, irreprimible, de trascender los horizontes situacionales, de cuestionar, conocer, explorar, entender, buscar la esencia de las cosas, ¿qué otra cosa es esa necesidad sino otra de las formas de aquel anhelo interminable por recobrar la integridad perdida del ser, aquel anhelo del yo de regresar al ser? ¿Qué otra cosa es sino ese anhelo intrínseco de despertar al propio ser oculto, adormilado, olvidado tantas veces, y a través de él alcanzar aquella plenitud e integridad de la existencia que nuestra intuición nos permite vislumbrar? "