Todos los músicos tenemos al menos una obra de repertorio con la que nos sentimos identificados y que se convierte en una especie de tarjeta de presentación de nuestro carácter y espíritu. A pesar de que ‘recorremos’ en nuestro aprendizaje diferentes épocas y estilos, llega un momento en el que , a veces súbitamente, descubrimos algo especial en una pieza que nos atrapa, pero al mismo tiempo se convierte en nuestra aliada permanente, y siempre permanece fiel en nuestro repertorio íntimo, a través del tiempo y los avatares. Es una especie de flechazo, certero, que no tiene dudas en sí, que hace que te conviertas naturalmente en el medio de expresión , a través de tu instrumento, de la música que alguien escribió, sin pensar en tí. Es algo parecido al amor, cuando la diana en el corazón es herida súbitamente, naturalmente, sin preparación, y sin duda.
Esta tarde he vuelto a escuchar este Allegro de Concierto en un pequeño homenaje de recuerdo que le brindaban en Radio Clásica a Alicia de Larrocha, que falleció hace tres días en Barcelona. Ésta era la pieza 'talismán' de un compañero mío de estudios de conservatorio, y me ha venido a la memoria su imagen repetida tantas veces interpretándola al piano...años ha.
Las pequeñísimas manos de Alicia de Larrocha estuvieron íntimamente ligadas a Granados, Albéniz... y fué excepcional intérprete del tesoro que esconden piezas como ésta. Detrás , semiescondido y no demasiado divulgado en nuestros días, existe todo un universo ligado al modernismo catalán, a una creatividad brillante y luminosa con cuna en nuestra tierra, en España, y a una forma de entender la dedicación a la interpretación musical muy profunda, menos competitiva , seguro, que hoy en día. Pero los tesoros existen para que alguien los descubra algún día, y aunque ella es conocida mundialmente, yo he tratado de poner mi granito de arena dando pistas ...
Mi eterno agradecimiento , siempre, a Alicia de Larrocha y su amor a la música.