Plus je t'enlace, plus j'aime t'enlacer
Le temps qui passe ne peut rien y changer
Mon coeur bat quand tu t'en vas
Mais tout va bien quand tu reviens car
Plus je t'embrasse, plus j'aime t'embrasser
Je ne peux m'en passer
J'en ai tellement envie que j'oublie tout dans la vie
C'est sans cesse que j'aime t'embrasser
Plus je t'embrasse, plus j'aime t'embrasser
Plus je t'enlace, plus j'aime t'enlacer
Le temps qui passe ne peut rien y changer
Mon coeur bat quand tu t'en vas
Mais tout va bien quand tu reviens car
Plus je t'embrasse, plus j'aime t'embrasser
Je ne peux m'en lasser
J'en ai tellement envie que j'oublie tout dans la vie
C'est sans cesse que j'aime t'embrasser
Plus tu m'aimes, plus je t'aime
Plus j'aime t'embrasser !
Así vamos, sobre la marcha. Día a día y paso a paso en este otoño
extremadamente lento en su devenir , este año. Observo esta imagen y
recuerdo algo que me comentaba alguna vez mi madre, hace años, cuando
veía un cielo espectacular o especial. Siempre decía: 'fíjate, si yo
pintara esas nubes en un lienzo, posiblemente nadie creería que han
sido reales... nadie'.
Disfrutó intensamente el tiempo que
manejó los pinceles, pero siempre echó de menos no haber podido
comenzar antes, no tan tarde...
Así vamos, sobre la
marcha. Día a día y paso a paso, jugando con el tiempo, con los otoños
lentos, con pinceles imaginarios en la mano. Dibujando bocetos de
sueños, pintando algunas veces, y otras, simplemente, caminando.
Me
encontraba en un Curso de Verano-Seminario de cierta duración en el que
se abordaban diferentes disciplinas artísticas en relación a la
Música y su pedagogía como eje principal. Lo impartían especialistas
de diferentes lugares del mundo, e incluía aspectos tan variados como
el estudio de nuevas metodologías del ritmo ( a a través de los Taiko-
tambores japoneses , por ejemplo, o de la práctica del claqué ) ,
expresión corporal en relación con el teatro y la danza ,
improvisación musical a través de instrumentos de placa , y otros talleres tan variados en su interés como los que he mencionado. El
enfoque del curso estaba dirigido a conocer expresiones musicales de
diferentes lugares del mundo y , de alguna manera, tratar de ampliar
nuestros conocimientos como docentes.
Asistíamos
a las clases en el enorme edificio del antiguo Seminario de Corbán, en
Santander, aprovechando algunas aulas y salas muy espaciosas en las
que podíamos poner en práctica cada una de las clases. El tiempo libre
del mediodía lo aprovechábamos para comer en algún lugar cercano, en
los alrededores.Un
día , mientras elegíamos menú en uno de ellos, vimos cómo entraban
tímidamente un grupo de personas, muy bajitos de estatura, vestidos con
ropajes de colores, africanos y , acompañados de alguien que les
guiaba, se sentaban en una mesa contigua . Recuerdo nítidamente la
expresión de sus caras, una preciosa mezcla de candorosa ingenuidad y
alegría, rematadas con amplias sonrisas. Parecían recién salidos de un
cuento infantil , absolutamente fuera del escenario europeo en el que
estábamos nosotros. Lo que me impresionó más vivamente y aún recuerdo,
fueron sus miradas , entre inocentes, temerosas, silenciosas, y
extremadamente vivas. Alguien
en mi mesa comentó: sí, son los Wagogo…los trae Polo Vallejo... no
sabíais? Creo que es la primera vez que están en Europa.
Yo no tenía idea, no estaba programado, pero aquella misma tarde tuve la oportunidad de conocerlos un poquito más.
***
Los Wagogo habían llegado
hasta allí de la mano de Polo Vallejo, compositor, etnomusicólogo y pedagogo español que ha dedicado varios años de su vida al estudio de
la música polifónica de los Wagogo, tribu de Tanzania. Años más tarde ha sido premiado por su tesis sobre el tema.
Esa misma
tarde pasamos a un salón muy amplio, y tomamos asiento en las viejas
sillas de madera del lugar, dejando un espacio central para recibirles.
Justo antes de que ellos comenzaran su actuación, se formó un pequeño
revuelo detrás de mí, y en un instante vi cómo un importante
personaje musical español tomaba asiento casi a mi lado. Su presencia
sellaba la excepcionalidad de lo que íbamos a ver.
Y
así fue. En pocos minutos se presentó ante nosotros el pequeño grupito
de wagogos, prácticamente desnudos, ataviados solamente con algunas
pequeñas prendas habituales de su tribu. Eso sí, las chicas lucían
espectaculares peinados y multitud de adornos por todo su cuerpo. En
cuanto empezaron a sonar los tambores en aquella vieja sala , comenzó
la danza. Creo que fue en ese momento cuando los que estábamos allí
dejamos de respirar. Al menos yo no podía hacerlo, tal era la
impresión que me produjeron.Y tengo que añadir que hubo momentos en los
que pensé que alguna de las chicas wagogo iba a desnucarse, tal era
la velocidad, fuerza y violencia con la que sus cabezas giraban en el
aire al mismo tiempo que clavaban sus miradas en nosotros, europeos ,
‘blanquitos' sentados sin respiración y con la boca abierta. La
percusión, con polirritmias endiabladas, retumbaba en la sala, pero a
pesar de que el escenario distaba totalmente del suyo habitual, al
aire libre y en medio de su aldea, su fuerza te envolvía y absorbía
totalmente, como si fuera lo más natural del mundo sentir aquello. Hoy,
tanto tiempo después , lo recuerdo puro, salvajemente instintivo, y
absolutamente vital.
Maravilloso.
Meses después, los Wagogo
hicieron una pequeña gira por España, y actuaron en Pamplona, donde su
presencia se publicitó como ‘de especial interés para el público más
joven’.
En
ese momento, no había estallado aún la explosión de tantos nuevos
auditorios musicales en nuestro país, ni el marketing que les
acompaña, pero el teatro estuvo lleno para presenciar su actuación. Lo
cierto es que a mí me resultó un poco decepcionante su presencia, ya
que , desde mi punto de vista, había perdido algo de la frescura que
pudimos disfrutar en aquella ocasión, un año antes, y en los vídeos
filmados en Tanzania que en su momento pudimos ver. Aunque su fuerza y
valor eran indudables, la coreografía que presentaban, el 'orden'
establecido para la actuación me hacían verlo como una explosión de
vida encerrada entre las cortinas de terciopelo de aquel escenario.
Pero fue una estupenda oportunidad de disfrutar de nuevo de semejante
espectáculo.
Y
después de los aplausos de rigor, que suelen parecerme escasos y algo
fríos en esta tierra, el público abandonó la sala, y nunca más se
volvió a escuchar nada sobre los Wagogo.
Hace
tiempo, charlando con Jesús, integrado en la vida africana, surgió
este tema, y le prometí contar aquí mi pequeña experiencia con ellos.
He tardado un poco, pero al final he cumplido.
La página de Polo Vallejo no permite la inclusión de su contenido fuera
de su web, así que aquí dejo lo único mínimamente digno que he podido
encontrar sobre el tema. Espero que os guste.
Muy poquito a poco va transcurriendo este extraño otoño. Hace días que
deberíamos haber tenido temperaturas mucho más bajas y heladas en las
madrugadas. Pero no es así, aún. Este es el centro de esta ciudad ayer
mismo, en una tarde calma, con luz de noviembre y a resguardo del
ruido del tráfico y la vida de esta ciudad. Un rincón, en el parque de
la Media Luna. Pamplona, otoño 09.
“Me
gustaría que se leyera este libro como se entra en una habitación
íntima, en una tarde de lluvia, y uno se pone cómodo, se sirve un té o
una copa y se siente a gusto sin necesidad de ir a otra parte. Esta
habitación unas veces será luminosa con la ventana abierta por donde
llegan los perfumes desde el fondo de la memoria; otras, podrá ser
cálida y confortable, y bastará con observar el pavimento de madera,
los cuadros, los muebles, las fotos amarillas que se guardan en el
álbum, mientras suena una música de jazz.
Si el lector, al
terminar el libro, cree que ha pasado la tarde en el mejor lugar de la
propia casa que le duele abandonar, podré imaginar que he escrito lo
que quería. Vendería el alma al diablo antes que refugiarme en la
nostalgia. Éste sólo es un espejo interior donde se refleja el tiempo
vivido.”
Esto es lo que escribe Manuel Vicent en la contraportada de su libro “Verás el cielo abierto”
y aunque yo prefiero otra bebida diferente al
té que nombra, doy fe de que he disfrutado , como hacía tiempo ,
desde la primera hasta la última palabra de su obra. Intenté dilatar
un poco su lectura, con pequeños engaños al tiempo, pero el final llegó
en la página número 200, y tuve que cerrar el libro a pesar de no
querer abandonarlo.
Pero a veces la fortuna llama dos
veces seguidas a tu puerta, como el cartero , y he tenido la suerte
de encontrar otro que ya me ha enganchado, y que me atrajo como un imán
cuando lo vi en la librería El Parnasillo, muy cerca de mi casa.
"Ésta
es la historia del siglo XX a través de su música, desde la Viena de
antes de la Primera Guerra Mundial hasta el París de los años 20; desde
la Alemania de Hitler o la Rusia de Stalin al Nueva York de los años
60. Transportando a los lectores por el laberinto del sonido moderno,
Alex Ross nos descubre las conexiones entre los acontecimientos más
importantes y los compositores más infl uyentes, hombres que se
rebelaron contra el culto al pasado clásico, lucharon contra la
indiferencia del gran público y desafiaron a dictadores."
"Imprescindible..Asombroso
híbrido de tratado musical y ensayo histórico, que la crítica ha
colocado en la categoría de hito cultural : un inesperado best seller
que se devora como un thriller"- El País
Este fue el último atardecer cálido y sin lluvia, hace unos días.
Después, el cielo ha empezado a cambiar definitivamente, y ahora mismo,
esta misma noche, la lluvia no cesa. Pero acompaña la música.
Alguna pista para quien busque más:
no perder 'Petit Mort', 'Mémoires d' Oubliettes' y 'Dissolve in this'.
Pero es sólo la punta del iceberg.
El resto del tesoro, está aquí.
El tempo que indica la partitura es slowly y freely. Son tres joyas haciendo música juntos, y una mirada hacia una época gloriosa de la música americana de principios del XX.
Ella Fitzgerald, Louis Amstrong y Oscar Peterson, meciendo una melodía que se pierde y se esconde en lo más íntimo. Slowly and freely ...with you.
"The nearness of you"
it's not the pale moon that excites me that thrills and delights me, oh no it's just the nearness of you
it isn't your sweet conversation that brings this sensation, oh no it's just the nearness of you
when you're in my arms and i feel you so close to me all my wildest dreams came true
i need no soft lights to enchant me if you'll only grant me the right to hold you ever so tight and to feel in the night the nearness of you