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Con un ojo abierto y el otro semicerrado, como los perros, intentaba seguir un documental en televisión sobre la vida en el Ártico. Un esquimal, habitante moderno de Artic Bay, en Canadá, enseñaba a su hijo los secretos de la construcción de un iglú. Yo lo observaba fascinada desde el calor de mi casa, a resguardo de una temperatura exterior que en estos días nos hace pensar que vivimos cerca de Siberia....:).
Escuchaba atenta la cálida voz del narrador , ya que mis ojos se cerraban intermitentemente :
" ...pueden construir estos refugios en un tiempo de 30 minutos, el suficiente para marcar la diferencia entre la vida y la muerte en caso de temporal repentino....".
Entonces me vino a la memoria, una vez más, la fascinante e impactante escena de una obra maestra del cine de todos los tiempos:
Dersu Uzala. En un momento dado, Dersu, anciano nómada acostumbrado a vivir en plena naturaleza, se ve sorprendido por una tormenta de nieve y debe construir a gran velocidad, jadeando, corriendo, atrapado por la noche que se le echa encima, un refugio con hierbas altas, sin nieve, en la taiga siberiana. Kurosawa filmó esta obra en condiciones climáticas muy duras, y consigue transmitir la dureza y la belleza de esos vastos escenarios desiertos y hostiles para el ser humano, en los que sobrevivir es un ejercicio contínuo de lucha y valor.
Dersu sobrevive en la cinta. Quiero pensar que sobrevive también la preciosa historia de amistad de Dersu y el Capitán Arseniev , y de comunión con la naturaleza que nos narraba.
Historias y recuerdos en una gélida tarde .
Y una recomendación sincera: Dersu Uzala.