Linde Faas es una joven
artista nacida en 1985 en Zeist, Holanda.
El pequeño corto
"Volgens de Vogels" ( Acording to the birds) ) que presento a
continuación , dibujado a mano en papel, es su trabajo de graduación en
Film en el St. Joost Art Academy, y una isla de paz para la mirada, tan habituada
a otros códigos visuales que nos invaden a cada minuto, que se repiten y
copian unos a otros.
No cuenta una historia ni añade
música . Sólo se escucha el sonido de la naturaleza. Espero que os
guste tanto como a mí.
Hubo una época en la que bailé mucho, mucho, mucho... Si además se
tiene la fortuna de hacerlo con músicos en vivo, entregados , y
dispuestos a disfrutar y alargar cada pieza el tiempo necesario, y un
poco más, la danza se convierte en un placer difícil de olvidar .
Hace mucho, mucho, mucho... que no
bailo, pero bastarían diez segundos de algo parecido a esto para dejar
atrás ese tiempo pasado. Vals, o vals-musette, tanto da . Los primeros
segundos acompañan el encuentro , y después...sólo hay que dejarse
llevar.
'La valse a Margaux', de Richard Galliano,
con Sebastien Surel,
en vivo en el "Théatre des bouffes du Nord" (Paris).
Cuelgo el teléfono y tengo la sensación de que he estado allí, por
un rato. El peculiar acento de la tierruca, entre descarado y cantarín,
siempre me devuelve al mismo lugar. Hoy hemos hablado sobre mi
bisabuelo Víctor , del que tantas veces he oído contar que fue el
primero que se atrevió a dejar el ‘Alto’ para construir su primera casa
en lo que era un puro terreno de marismas, en la zona baja.
Casualmente, llevaba días buscando información sobre esas marismas y
el relleno que transformó la fisonomía del lugar, y que facilitó la
llegada del aeropuerto y los muelles, siempre en terreno ganado al mar.
Sabía que él también participó en esa obra, y desde pequeña oía el
comentario de mi abuela sobre aquella vez en que el mar se llevó el
trabajo de relleno de tantos meses : ‘el mar siempre vuelve a buscar lo
que se le robó...’.
Dicen que es fácil idealizar
aquello que vivimos de lejos, es una tentación demasiado evidente.
Queremos atesorar todo lo bueno del tiempo feliz, este donde esté, y
pase el tiempo que pase. Pero observarlo desde la distancia también
permite recrearse y verlo cambiar, transformarse en algo distinto de lo
que conocimos y, pesar de todo, quererlo igual. A mí me sucede siempre.
Que lo quiero igual, o más.
He leído que quieren
transformar esta zona, para llevarla a un futuro abierto, moderno,
cultural. He leído también la palabra ‘vanguardia’ entremezclada con
‘respeto a la tradición’.
Me gusta pensar que alguien pueda al
menos considerar la idea de conseguir crear un ‘faro cultural’ allí donde se
encuentra este rincón del mundo tan especial para mí, Santander.
Veremos. Tiempo al tiempo. Ojalá.
1923. De vacaciones en Molledo, Santander. Miguel Delibes, junto a su padre en un carro de heno.
"Para mí Molledo ha sido desde niño pueblo de culto y refugio seguro. Amo a Molledo y a Molledo acudí cuando por alguna razón me vi obligado a salir de la vieja Castilla. En Molledo nació y murió mi padre (en el mismo día, 6 de agosto, con 80 años de diferencia), está enterrado mi hermano José Ramón y ha encontrado siempre un paño de lágrimas la familia Delibes. Viví en él mi infancia y cuatro o cinco veranos de mi adolescencia. Fui feliz siempre. Me entusiasmaba el paisaje, la vida del valle de Iguña de la que me sentía parte.
En mi novela 'El camino' quedó inmortalizado y hoy lo conocen en las cinco partes del mundo. A lo largo de mi vida, hasta que enfermé, no dejaba pasar un solo año sin recalar unos días por allí. En fin ¿qué más podría decir que demuestre mi amor por su pueblo? De ahí mi alegría y mi esperanza.
Saludos a todos los convecinos y un abrazo global para todo el término."
( Miguel Delibes, en una carta a la alcaldesa de Molledo.)
Miguel Delibes ha fallecido hoy 12 de marzo, en Valladolid.
Descanse en paz,
mi admirado y muy querido Miguel Delibes.
Supongo que podría contar por cientos los conciertos de música
‘clásica’ a los que he asistido en mi vida. Desde muy joven, estudiante
de música, no perdía ocasión de escuchar en vivo la música que me
apasionaba. En todo tipo de escenarios y girando siempre en torno a la
‘clásica’ he vivido momentos inolvidables y, nunca mejor dicho,
irrepetibles. Las grabaciones nos permiten deleitarnos una y otra vez
en lo ‘que fué’, pero la auténtica música sólo existe en el exacto
momento en que se interpreta, y el público, su eco mudo en las
butacas, la acústica del lugar, incluso la temperatura influyen y
determinan la música que sonará, más allá de la partitura y de los
intérpretes. Es así, y resulta imposible dudar de ello.
Recuerdo momentos gloriosos, y de lo más variado , de la época en la que asistía a conciertos.
Mis
artimañas para poder hacerlo eran variopintas, y cuando no tenía la
oportunidad de conseguir invitación para algún concierto cerrado al
público en general ( durante muchos años era la opción más interesante
en mi ciudad), me colaba. Como auténticos detectives, otra amiga y yo
controlábamos la puerta de acceso trasera del teatro principal donde se
realizaban todos los conciertos en aquella época. En el momento en el
que quedaba abierta esperando la llegada de los artistas ( si era una
orquesta sinfónica, era un festín de personas e instrumentos) nos
camuflábamos con ellos y disimuladamente, entrábamos a la zona de
camerinos . Una vez dentro, nuestra estrategia consistía en ir
acercándonos paulatinamente hasta el acceso al patio de butacas, e
incluso alguna vez, tuvimos que improvisar palabras en idiomas
inventados ( lo más parecidos al checo, si la orquesta era del Este, o
en francés si era necesario) haciéndonos pasar por miembros del
‘staff’....si se acercaba algún empleado del teatro ‘peligroso’. De esa
manera, he disfrutado conciertos únicos. Y muy económicos...:)
La
guinda la ponía a veces un acomodador que nos conocía de vista por
asistir a otros conciertos ‘de pago’, y, como él suponía que habíamos
entrado legalmente , nos abría además la puerta de algún palco que
quedaba libre ( eso sí, esperaba al último momento), y en ese momento,
nuestra felicidad era total.
Hoy he descubierto la
nueva opción que ha nacido al amparo de la red. Desconozco si es la
única, pero la Filarmónica de Berlín ya ha abierto la puerta digital
para poder escuchar su música en vivo y en directo, a través de la red.
El Digital Concert Hall de la Filarmónica de Berlín permitirá escuchar
, por ejemplo, el Requiem de Verdi el próximo día 13 a quien pague su
‘ticket digital’ , esté en las Bahamas o en Melbourne, en Honolulú o en
San Juan de Luz. Una buena conexión, un buen equipo reproductor, y el
ticket, no es necesario nada más.
No se oirán los ruiditos de los
papeles de caramelos de algunos asistentes al concierto, ni las toses
nerviosas entre los movimientos de una sinfonía. Ni algún aplauso a
destiempo de algún despistado. Ni habrá la oportunidad de saludar a
conocidos a la salida del concierto o despedirse de otros recordando
que es día de labor y hay que volver pronto a casa. Pero esta es otra
opción, muy distinta , y recién nacida en este siglo XXI que tantas sorpresas nos
brinda. Aunque no podamos decir : ' Nos vemos a la salida...?
Esta es mi
'Lectora', y en estos momentos sólo tengo en común con ella que tengo
un libro estupendo entre las manos. Ni veo el sol ni estoy en la
playa...
Alguien
que no conozco ha hecho una miniexpo en Flickr con esta imagen y
alguna más con el mismo título. Somos varias Lectoras...concentradas en
el libro y ausentes temporalmente del mundo. Éste es el enlace donde se pueden ver todas. Simpática iniciativa y buen tema.
Por alguna curiosa razón ( y seguro
que también algo divertida, pero desconocida para mí) a veces tiendo a
confundir dos palabras, o dos nombres, o dos ‘lo que sea’ , aunque los
conozca perfectamente por separado e incluso formen parte de mi vida.
Es una especie de ‘dislexia despistada' que , afortunadamente, nunca ha
pasado de ser una anécdota.
Vaya
un ejemplo. Durante años confundía los nombres de dos conserjes del
centro educativo en el que trabajaba, a pesar de que eran absolutamente
diferentes en cuerpo y en ‘espíritu’. Fermín, moreno y casi calvo,
era una delicia, siempre atento , respetuoso y educado, mientras que
Gerardo, que lucía una gran mata de pelo blanco en la cocorota y poseía
una voz aguardentosa , siempre parecía molesto por estar en este
mundo-mundial, y, generalmente gruñía en vez de saludar. El sol y la
luna, el yin y el el yan? Bueno, pues siempre tenía que pensar sus
nombres...para no equivocarme al saludarles,casi diariamente. Y casi
nunca acertaba.
Algo parecido me ha sucedido con esta pieza
musical. Yo, que poseía ( tiempo pasado) una amplia memoria para todo
lo relacionado con la música, en general, y era capaz de localizar el
nombre completo de gran cantidad de obras musicales, sin dudar y a
gran velocidad, llevo confundiendo el nombre de esta pieza con el de
Novelette hace mucho tiempo. Ni lo recuerdo...:)
Perdí
la mejor grabación que tenía de ella hace tiempo, y cada vez que la
buscaba ...me venía a la mente, : Novelette de Poulenc, Novelette de
Poulenc. Y claro, nunca la encontraba en la red. La podía cantar,
recordaba perfectamente la melodía...pero nunca aparecía. Es que es una
Barcarola de Fauré!!
Es más, la encontraba, la escuchaba, y lo volvía a olvidar.
De
hoy ya no pasa que la deje en algún lugar, y lo hago aquí, para poder
volver si la pierdo. De esto me acordaré. Aunque no es la mejor
versión, ni la pieza más querida para mí de su autor, ya habrá tiempo
de dejar retazos aquí de Fauré, de Poulenc, de Satié, Ravel , Debussy,
de la magia y eterna elegancia de la música francesa del siglo pasado.
Oh
la lá.. eso sí, si recuerdo los nombres..y no los vuelvo a confundir.
Barcarolle no 1, op 26, de Gabriel Fauré, sin confusiones.