Barrio de pescadores en Hondarribia, (País Vasco), en un precioso día de abril.
El viento sur y el anticiclón han hecho que la temperatura sea totalmente veraniega, con la gran ventaja -para mí- ,de que no estamos aún en época turística, y la mañana transcurre tranquila y luminosa. Incluso es posible aparcar en la cercanías de la playa. Un milagro, para una población que multiplica en verano sus visitantes y se ve obligada, como tantas, a limitar el tráfico rodado. Pensaba cruzar Behobia, como otras veces, y pasear la larga playa de Hendaya, a escasos dos kilómetros y ya territorio francés . Pero en el último momento, he preferido quedarme en
España, como se suele decir cuando se está en este enclave. Bueno, los de la tierra dicen
Hondarribi, pero a mí me cuesta un poquito más acostumbrarme a usar su nueva denominación. Mis recuerdos infantiles en esta playa están asociados a su nombre en castellano, Fuenterrabía, y el recuerdo es poderoso, y me zampo el nombre en euskera. Qué le voy a hacer...
De camino hasta este lugar , escuchaba en la radio del coche una entrevista a una escritora sobre su último libro recién editado. Algunas veces se perdía su voz entre las curvas del puerto de montaña que atravesaba, pero afortunadamente, pude escucharla casi completa.
'Lo que hago es lo que me enseña lo que estoy buscando'... era una de las citas de la autora que el entrevistador remarcó. Suficiente para que me quedara rondando en la mente un buen rato, y algo más... Pero si el tono de su voz no hubiera sido tan vital como el suyo, probablemente no le habría prestado tanta atención. La voz de una persona cuenta muchas cosas...tantas...! Hoy he comprado su obra y la leeré, más que por el tema en sí, por tratar de ahondar un poco más en lo que pudo escribir esa voz, muy conocida y popular, pero que ayer me sonó diferente, y sugerente.
Después vinieron los
vuelvepiedras, unos pajarillos que se han asentado en la bahía en los últimos años. Alguien me contó que hay quien pretende '
cazarlos con anzuelo', para llevárselos a la cazuela....(siempre existe algún 'descerebrado', en cualquier lugar). Y más tarde, la comida reposada escuchando oír hablar francés, en tono bajo, y sin molestar: siempre me sorprende, y lo disfruto enormemente. Y la jaula verde del canario, y los 'cacharros' en rojo sobre verde y blanco, los tres colores que marcan esta tierra. Y no podía faltar su '
azul', que rubrica este puerto de mar .
'Lo que hago es lo que me enseña lo que estoy buscando'... Así transcurrió, este tranquilo día de primavera, al arrullo del mar.