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jueves, 19 de junio de 2008

Dulces de Guadalupe

Hace unos días me encontré, por puro azar, paseando con una amiga por la ciudad de Olite, una de las sedes favoritas de los antiguos reyes de Navarra, en cuyo Palacio Real murió Carlos III El Noble en 1425. Era una tarde de larga charla, y escucha profunda ; una tarde de esas que a veces requiere la amistad, la que permanece a pesar del tiempo. Como era yo la que tenía que dirigir los pasos, acabamos por encaminarnos hacia el Parador, con la intención de tomar un café en él.
*
Al llegar al lugar, llamado Plaza de Teobaldos ( reyes navarros de origen francés del siglo XIII ) nos sorprendió ver a varias personas de color, engalanados con vestidos de vistosos colores, sentados tranquilamente en los bancos de piedra de la plaza. ¡ Y yo con la cámara en la mano ¡ Justo en ese momento, alguien salió del interior y les avisó de algo. Coincidió con el momento en que nosotras también entrábamos, pero hacia la cafetería. Y al acercarnos a ella por uno de los estrechos pasillos de piedra, escuchamos un canto dulcísimo que provenía de uno de los salones. Casualmente, los camareros habían dejado abierta una puerta de servicio, y vimos lo que estaba ocurriendo dentro.

*
*
Los hombres , todos de color, familiares del novio, (era una boda) se habían entrelazado, ya sin chaquetas, y cantaban una preciosa melodía, dulcísima, al mismo tiempo que se balanceaban con suavidad. En frente a ellos les escuchaban emocionados los novios : él, negro, y ella, rubia, casi angelical. Fue un momento mágico, porque no se parecía en absoluto a lo que aquí se considera la celebración de una boda, con la parafernalia de música a todo volumen, gritos, y un largo etcétera por encima del cual prefiero pasar de largo sin comentar…
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Por un momento me vino a la memoria el recuerdo de una boda egipcia que presencié hace años en un hotel de El Cairo. En aquella ocasión quedé extasiada al ver la sensualidad de los movimientos de los hombres árabes al bailar en la celebración, difuminados en una mezcla mágica de aromas y músicas del país del Nilo. Pero nunca había vuelto a tener esa sensación especial, de observar cómo las diferentes culturas transmiten una forma de ver la vida, de comprobar una vez más que hay muchas, que el mundo es amplio, que no solamente existe lo que a veces parece obligatorio, por cercano.
Finalmente no tomamos el café, y salimos al exterior . Parte de los invitados estaban de nuevo fuera, y cuál fue mi sorpresa cuando de repente alguien de un grupo me saluda : era la madrina de la novia, conocida mía, que estaba eufórica ejerciendo su papel. Rápidamente nos presentó a la novia, y nos explicó que era una auténtica historia de amor lo que estaban celebrando : habían superado mil y una dificultades hasta llegar a este momento, muchos invitados habían viajado desde la isla incluso con bebés..me decía. “Nos dan mil vueltas, nos dan mil vueltas”, repetía…
*
Al irnos definitivamente del lugar, se acercó a mí uno de los invitados, que tenía una cesta de mimbre en las manos, y me ofreció una pequeña bolsita. Le dije que yo no estaba invitada, pero insistió, así que acepté con una asombrada sonrisa y encantada con el regalo.

*

Era un selección de dulces que había elaborado especialmente para la boda la abuela del novio, que por motivos de edad no podía viajar, pero quería estar presente de algún modo. Fue otro momento mágico : sin preverlo estábamos participando en esa historia…y los dulces eran deliciosos , nos los zampamos todos!

Lo que he contado es sólo una pequeña anécdota, el relato de una tarde de sábado, de charlas y paseos, y encuentros, pero sí he puesto deliberadamente la referencia del sitio donde nos encontrábamos. Antes de nuestro paso, ese lugar ha presenciado en su larga historia el paso de multitud de vidas e historias de nobles y de villanos, de reyes franceses convertidos en navarros, de trovadores, de juglares… Me gusta pensar que ha sido así, y que aún habrá muchas más vidas que lo pasearán. Como los de la boda, y seguro que muchos más...

5 comentarios:

Beatrice dijo...

Sólo puedo decir que fue algo mágico. Lindo encuentro debe haber sido.

Anónimo dijo...

Qué bella -¡y dulce!- jornada. Quizá no fue casualidad. Seguro que no.
Un abrazo.

Marcelo dijo...

Que historia maravillosa! Y las fotos también, hemos podido espiar al principio, y participar luego.

Mariluz Arregui dijo...

Beatriz,
Ana,
Marcelo :


Me alegro que compartáis el punto de vista que quería mostrar.

He tenido que obviar algunos detalles importantes, y que acaban de darle mucho sentido a lo que os he contado, pero lo he hecho solamente porque no me pertenecen a mí, y ese es un límite que nunca sobrepasaría.

Pero lo que relato sucedíó exactamente de esa manera; nunca necesito inventar nada, y tampoco sabría hacerlo...


Ana,
tu percepción es absolutamente exacta. Seguro que no fue casualidad.

***

Un abrazo fuerte para cada uno.

Mariluz Arregui dijo...

Me alegra que
(no es "o", es "a")
jeje

Gracias, Lourdes

Gracias, Lourdes
Un abril encantado

Gracias, Marino

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Gracias, Ulysses

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Gracias, Luis

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Gracias, Bombis y Borombis

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