Ayer, paseando por el campo justo al atardecer de un extraño día de Todos los Santos, cálido y gris, escuchamos un estruendo de gritos que venía del cielo. Eran grullas. Venían del norte, y , quién sabe hacia qué lugar concreto se dirigían. Escucharlas y ver el ritmo armónico y constante de la formación es emocionante. Es curioso, qué sensación de compañía produce ver su vuelo...
Por la noche, ya en casa, aún escuchamos y vimos a varias encima de los edificios, dando vueltas, e iluminadas por la luz de la ciudad.
Lo de menos , ya, es que sean el símbolo de que el frío esté llamando a la puerta. La emoción de ser testigo de su retorno al sur es ya un premio. Un regalo.
7 comentarios:
Que bonitoooooo. Y mi preciosa amiga siempre lleva su cámara preparada jajaja. Besossss.
Mariluz, no soy capaz de trasladarte, lo que has logrado emocionarme con tu entrada, tus emociones en forma de letras, la hermosísima fotografía y la pieza musical con la que la acompañas. Fuera, está cayendo la lluvia de manera atronadora, tanto, que he de subir algo más la música, para poder disfrutarla... sólo algo más, no mucho. Sutil. Me he levantado con un tremendo dolor de cabeza y el día, no pinta fácil, pero me has transmitido mucha paz, confianza y una belleza necesaria, tan ecesaria, como respirar... Gracias. Un abrazo con una sonrisa.
¡¡¡¡¡¡¡OOOOOHHHHHH!!!!!!
El frío ya llega. Aquí también.
Un beso
Fantástico.
No se como lo haces, pero siempre nos regalas cosas maravillosas, un beso
Y menudo regalo, poder verlas y también "ser capaz" de verlas y disfrutarlas; Y además compartirlo.
Sigo peleando con la música, que no hay forma....
Besos.
Jesús.
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