Se dejaba caer sobre la cama
con la ventana abierta,
acompasaba todo el aire
del huerto al respirar, los naranjos
y hortensias, el olivo, los nísperos
y rosas. Era profunda y leve
esa respiración, hondo su sueño,
todo tenía un regusto de ropa
que el azulete aclara, punzante
como el sol en el armario oscuro. Poder
sentir el peso en el cuerpo sin redes.
'Del ojo al hueso'
Olvido García Valdés
Para L., del libro que quise regalarte y aún conservo entre mis manos.
2 comentarios:
¡Qué bello poema!
Yo estoy leyendo el libro que Lourdes me recomendó: "Hace mil años que estoy aquí" de Mariolina Venezia,
ella me lo iba a mandar, pero no pudo.
Sé que sonríe cuando me ve leyéndolo.
Un abrazo
Apunto también ese libro..
Un abrazo grande, Beatriz
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