La noche está triste y fría. No ha dejado de llover en toda la tarde y ahora está nevando de nuevo. Me acurruco en un rincón del mundo. Hoy , es un rincón caliente, privilegiado, con conexión a otros mundos, a otras gentes, a otros sueños , y a otras realidades.
* Y entre sueños y realidades se debate estos días, también, otro rincón del mundo. El Tíbet.
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El Tíbet que yo conocí fue éste, el de Tintín.
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No era consciente de la fuerza de aquellas viñetas, cuando de pequeña, a la hora de la merienda, disputaba con mis hermanos un libro u otro. Era algo “infantil”. Además, todos fuimos muy "lectores”, y teníamos la enorme suerte de tener una amplia biblioteca para elegir. Pero éste es uno de los que quedó fuertemente grabado en mí, igual que para millones de niños y adultos como yo…claro !
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Leo aquí :
"Tintín en el Tíbet coincide con una época de graves turbulencias en la vida de Hergé, y su creación constituyó una verdadera terapia para él que le ayudó verdaderamente a salir adelante. Según nos cuenta el propio Hergé en aquella época, (año 1958), atravesaba una verdaderaa crisis y sus sueños y pesadillas eran casi siempre blancos. Estos sueños se repetían siempre y el autor se vio en la necesidad de acudir a un psiquiatra que le aconsejó que abandonara este trabajo porque nunca lo acabaría. Cosa que por suerte Hergé no hizo. No solo acabó Tintín en el Tibet, sino que, en la opinión de muchos, es una de sus obras maestras. El color blanco reina también en casi toda la obra, pero esta vez no como una pesadilla sino como una depuración. Vemos aquí a Tintín en su vertiente más humana, muy preocupado por su amigo desaparecido y que emprende un larguísimo y peligroso viaje siguiendo un sueño donde lo ha visto con vida. Hergé da rienda suelta a su fascinación por Oriente y por los fenómenos paranormales: sueños premonitorios, telepatías, levitación... "
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